Una noche especial, en Málaga, donde está prohibido dormirse.
Una
noche especial, en Málaga, donde está prohibido dormirse.
Cuando
la Catedral se ilumina y se rodea de música y arte, “La Noche en Blanco”
comienza a abrazar el centro de Málaga. Foto: www.i-malaga.eu
Hay
un día del año en el que se conjugan especialmente, en la ciudad de Málaga, el
arte en todas sus variantes con el ocio más constructivo y espectacular.
Es
el día de “La Noche en Blanco”.
Coordinada
por el Ayuntamiento e impulsada por las
buenas ideas y proyectos de sus políticos y empresarios, La Noche en Blanco es
la fiesta nocturna por excelencia durante la cual permanecen abiertos, desde
las veinte horas hasta las dos de la mañana, y de manera gratuita, cines,
teatros y museos, complementados con más de ciento cincuenta propuestas
culturales en el marco de lo escénico, visual, artístico y musical, a lo largo
de sus calles céntricas.
De
esta manera, el sábado 11 de marzo pasado,
la ciudad se convirtió en una algarabía social que abarrotó las esquinas
con sus pasos curiosos, sus risas y su expectación, presa de los encuentros más
sustancialmente divertidos y amenos.
Así,
y durante seis horas, nos deleitamos en la magia de lo tan largamente pactado,
como la presencia de los diseñadores malagueños de alta costura, quienes expusieron
sus mejores diseños en compañía de altísimas y hermosas modelos en la esquina
de una suntuosa calle Larios vestida para el evento, compartiendo escenario con
la magnificencia de coches de incalculable valor puestos en acción por el Museo
Automovilístico de Málaga.
Los
museos de la ciudad han sido protagonistas de excepción, como el Carmen Thyssen
de calle Comedias, que además de ostentar la belleza de la colección pictórica
Julio Romero de Torres recreó las tradiciones de un típico patio cordobés; o la
Casa Natal del pintor Pablo Ruiz Picasso que también abrió sus puertas frente a
la Plaza de la Merced; o el Museo Interactivo de la Música presentando su
concierto para sordos, o el Museo de Artes Populares, el del Vidrio y Cristal, el
del Vino o el de Arte Flamenco Juan Breva, que aportó su tradición más armónica
y vistosa con diferentes actuaciones de música flamenca, cada hora, a lo largo
de toda la noche. El centro de Ciencia Principia también participó de esta
noche tan especial con sesiones de experimentos y visitas guiadas en su
increíble planetario y la Sala de Exposiciones del Rectorado de la Universidad
de Málaga tuvo el privilegio de presentar la extraordinaria exposición del
reconocido pintor malagueño de la ciudad de Vélez - Málaga, Evaristo Guerra.
Muchos
más se sumaron a lo largo de las esquinas para que, al final de la noche, los
aplausos se vuelvan extensibles a cada integrante de una ciudad dispuesta a
destacar en su cultura con el arte más tentador y curioso, con la belleza
escénica más original y con las tradiciones más sentidas que, en un día como el
del once de marzo pasado, se compartieron con el deje satisfecho de una ciudad
plenamente orgullosa de sus artistas.
Ciclo
de Cine Humano en La Noche en Blanco de Málaga
Ha
sido un enorme privilegio para mí este año, y en esta noche malagueña tan
particular, acompañar a mi querida amiga, la directora madrileña de cine Ana Rodríguez Rosell, en la presentación de su
película “Buscando a Eimish”, proyectada en el Cine Álbeniz, junto a la
emblemática Plaza de la Merced, en el centro histórico de la ciudad.
“Buscando
a Eimish” ha sido una de las siete películas proyectadas, acompañadas de siete
cortometrajes, a lo largo de los seis días en los que el I Ciclo de Cine Humano nos adentró en la
esencia del ser humano, en sus sentimientos más enraizados y fuertes y en sus
decisiones más estremecedoras.
Este
ciclo es un evento cultural organizado por la Delegación de Medios de la
Diócesis de Málaga, cuya finalidad es promover el cine que destaca las emociones y actitudes que dignifican a
las personas. Por esta razón no me ha resultado extraño, y sabiendo que en el
Festival de Cine Español de Málaga del pasado año ha sido reconocida con el
Premio Signis de esta misma entidad, que la película de Ana Rodríguez haya sido
invitada para participar en él y que se haya convertido en una más de las luces
que iluminarían la noche en Blanco de Málaga.
Este
evento cultural, que toma impulso a
través de las manos cordiales y amabilísimas de los sacerdotes Rafael Pérez,
Delegado Diocesano de Medios de Comunicación Social y Juan J. Loza, responsable
del ciclo de Málaga, es una nueva oportunidad, aplaudida por el Ayuntamiento de
la ciudad para resaltar la calidad cinematográfica española, el emprendimiento
constante de sus artistas y la participación del público ante este tipo de
propuestas culturales orientadas a promover las actividades audiovisuales en la
ciudad.
Yo,
por mi parte, me he sentado una vez más a degustar la película de mi amiga. Una
vez más he seguido a sus protagonistas a través de ese viaje de búsquedas y de
encuentros, de lucha por descubrir un lugar propio en el mundo en la sencillez
de lo cotidiano. Una vez más he cogido la maleta de Eimish y la he acompañado a
través de los caminos que la conducirían no sólo a encontrarse a sí misma,
dilucidando las tinieblas de sus preguntas y desenmarañando los acertijos de
sus sentimientos, sino también a conocer a quienes la rodean, a descubrir las
verdaderas pretensiones de sus actitudes y a brindarles una orientación,
plagada de inocencia y cariño, a las personas que ama y que han ido perdiendo
el rumbo de sus vidas, castigadas por el infortunio de lo impredecible.
La
proyección de la película de esa noche, en el cine Álbeniz, finalizó con un encuentro
moderado por el actor y crítico de cine Jesús Criado, en el que intervinieron
la directora de la película, Ana Rodríguez Rosell; Macarena Astorga, ganadora
de la Biznaga de Plata en el festival de Málaga por su corto “Tránsito”; el simpatiquísimo
actor malagueño ganador del Goya al Actor Revelación 2013, Joaquín Núñez y el
sacerdote responsable del ciclo, Juan J. Loza.
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