La trascendencia de las buenas costumbres (Acrílico: Peter Siegrist)
Hay diferencias que se acentúan,
lamentablemente, con el paso del tiempo. Hay buenas costumbres que en lugar de
afianzarse con los años se desvanecen en el error, como si nunca hubiesen sido
las correctas y como si no hubiesen constituido los cimientos de tantas
personalidades interesantísimas basadas en la buena educación y conducta.
La modernidad no debe asociarse
al desinterés o a la falta de discreción. No hagamos al tiempo culpable de
algunos abandonos provocados por las decisiones que se toman en la elección de
una conducta más fácil.
“Se están perdiendo las buenas
costumbres”, escuchaba hoy en las declaraciones de un empresario del campo
argentino, que bien sabe acerca de la pérdida de las buenas costumbres. “Se ha
perdido el respeto hacia los maestros, hacia los trabajadores, hacia los
padres; la riqueza de la tierra se confunde con la riqueza que genera el hombre
a través de ella…” y así una larga lista de valores que se han disuelto con el
paso de los años como cenizas debajo de la lluvia.
No veo a la libertad como un don
ingobernable, sino que la considero como una gratificación de la sociedad, en
una respuesta merecida a lo que se ha hecho bien. No creo que la merezca
cualquiera y menos que deba ser manipulada “a gusto del consumidor”.
No bastan las buenas intenciones,
porque si se desarrollaran sin el tiempo necesario y sin las capacidades
suficientes, darían lugar a ciertas
libertades que, finalmente, degenerarían en falta de educación y mal gusto, dos
cualidades que hemos sufrido en varias ocasiones últimamente y reiteradas hasta
el aburrimiento.
El problema no es la ausencia de un propósito,
si no el hecho de buscar hacerlo de la manera más sencilla, sin imponerse
exigencias, ni metas de superaciones, confundiendo los preceptos que deberían
regir los ideales, en pos de de una sociedad orgullosa de sus logros: trascender,
y no sólo por la acumulación de trabajos realizados, sino por haberlos hecho bajo
el amparo de las ambiciones, a través de una línea adecuada de conducta.
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