Rozalén, con lenguaje propio
Las tardes en la ciudad de Málaga
siempre consiguen sorprenderme y no sólo porque la temperatura en las calles ha
vuelto a rozar los treinta grados, en un otoño que insiste en recorrer las
avenidas, disfrazado de primavera, sino también porque dentro de algunos sitios
privilegiados los grados alcanzan estándares más elevados, midiéndose a través
de significativas connotaciones musicales.
La música, en su sitio
A pocos minutos del casco urbano,
sobre la calle Cuernavaca, en uno de los polígonos industriales de la ciudad
abarrotado de depósitos (almacenes) y trabajo a manos llenas (el Polígono
Industrial San Luis), se encuentra la sala de conciertos Sala Eventual Music,
un espacio orientado a las expresiones culturales de los diferentes grupos
musicales que, semanalmente, se dan cita en sus instalaciones para compartir
sus nuevos trabajos con los cientos de aficionados que acuden a estos eventos.
Algunos sábados atrás, al amparo
de un otoñal sol de justicia, fui citada por el equipo organizador de los
conciertos de María Rozalén, a acudir a aquella sala para conocer a esta
extraordinaria cantautora manchega que está colmando, con sus ritmos tan
peculiares y una voz exquisitamente modulada, recitales en toda España.
En la puerta, dos de los
componentes de este grupo emergente esperaban mi llegada, en un comité de
bienvenida que me supo a afable y absoluto privilegio.
Acordes de popularidad
Tengo que decirlo y repetirlo porque
si no lo hiciera, aún a riesgo de reincidir en los conceptos, esta crónica
quedaría incompleta y renga de fundamentos: soy absolutamente curiosa de los
sueños y de las ilusiones que llevan a los artistas a cambiar el rumbo de sus
vidas, desenmarañando las particularidades de su talento. Es algo que me genera
profundo interés porque en la gran mayoría de los casos esos cambios han significado
un giro tan emblemático que los han convertido en diferentes personas, no sólo
alterando sus destinos sino también el de aquellos que los rodean y esas
historias, tan atractivas para mí, me despiertan la curiosidad más absoluta.
-¿Has perdido mucho en el
camino?-pregunté a María en una sala de descanso, con el perímetro rodeado de
sofás y botellas de agua mineral sobre la mesa rectangular.
-¡Pero he ganado mucho más!- afirma,
y su mirada me transmite solidez y regocijo, y noto la veracidad de la
respuesta en una expresión notablemente extenuada, producida por un viaje de
más de seis horas desde Madrid hacia Málaga que hacía apenas unos minutos
acababa de concluir, un cansancio que procuraba no transmitir y ocultaba detrás
de maneras elegantes, dedicándome su tiempo de descanso y que, gracias a esa
increíble fortaleza que poseen los artistas para producir la tan esperada
metamorfosis profesional, se transformaría, sólo un par de horas más tarde, en
una seductora y ondulante vocalización sobre el escenario.
“Que se vuele el miedo que
come por dentro todas las ilusiones que tengo” (“Saltan chispas”, Rozalén)
Ciertamente, y desde la
publicación de su primer trabajo, “Con derecho a…”, María Rozalén ha ganado
muchísimo. Su popularidad crece día a día en manos de las diferentes propuestas
que ha ido recibiendo luego de que su primer álbum viera la luz, que incluyen
colaboraciones a artistas de excepción, como Miguel Bosé, Luis Eduardo Aute y
Víctor Manuel, entre otros; gran cantidad de conciertos por toda España y parte
del extranjero, premios, nominaciones e, incluso, su incursión en el mundo del
cine con la aportación de uno de sus temas para la banda sonora de una
película.
En este momento se encuentra muy ansiosa
programando su vuelta a Argentina, en donde actuará el día 22 de noviembre, con
previa rueda de prensa el día 21, viaje que se le presenta con muy buenas perspectivas.
Contagiada de admiración hacia
nuestra tierra por el incomparable y tan mentado Joaquín Sabina, asiduo espectador
de su carrera, María acuna muy buenos recuerdos de la sociedad argentina que la
ha recibido en una ocasión y la esperará el próximo mes en la ciudad de Buenos
Aires, con la expectativa de un espectáculo que, personalmente y desde esta
costa malagueña, no quiero dejar pasar la oportunidad de recomendar
especialmente.
La artista
Nacida en Letur, un pueblo de Albacete,
Castilla - La Mancha, Rozalén comienza desde muy pequeña a introducirse en el
mundo de la música. Con tan sólo siete años tocaba la bandurria y con apenas dieciséis años dio su primer
concierto, con composiciones propias.
Sin embargo, sin pensar en dedicarse
a la música, se decantó por la Psicología y se formó en Musicoterapia, dos
estudios que, sin lugar a dudas, le han facilitado la empatía necesaria para
poder transformar vivencias, tanto propias como creadas, en tantas canciones a
las que les imprime su propio sello, el de un lenguaje cercano y auténtico, con
el que llega al público de la mano de una simpatía arrolladora y un despliegue
artístico que se crece, apenas subida al escenario.
“Quien siguió la consiguió y
esta historia comenzó a brillar” (“Comiéndote a besos”, Rozalén)
El espectáculo de María Rozalén
se complementa con la participación de dos músicos que le brindan cuerdas de
excepción a sus canciones, Ismael Guijarro y Samuel Vidal y con la
incorporación de Beatriz Romero, con quien interpreta el video de “80 veces”,
un trabajo original, de una sencillez absolutamente hechizante, que lo ha
convertido en uno de los temas más significativos del álbum.
Beatriz Romero es una divertida técnica
especialista en interpretación del lenguaje de signos y es la encargada de
traducir todo lo que ocurre en el escenario con los movimientos característicos
de esa lenguaje, lo que ha hecho que, a través de una finalidad solidaria de integración
social planteada desde el respeto y la graciosa comicidad natural de Beatriz, el
concierto se convierta en un verdadero espectáculo teatral, original y
entretenido, digno de ver, recordar y recomendar.
Una fuerza escénica natural
Es notable ver a esta psicóloga
de profesión desbaratar silencios y provocar las más espontáneas de las sonrisas
sobre el escenario. Sin embargo, luego de escucharla, nadie diría que la música
no formaba parte de sus planes de vida.
Hoy sale al escenario con la
seguridad que le brindan las respuestas de miles de seguidores a través de las
redes sociales, cientos de entrevistas concedidas y otros tantos conciertos
realizados alrededor de todo el país. Hoy reconoce que su vida está sobre el
escenario, a pesar de los difíciles transes a los que la actualidad económica
somete a los artistas poniendo a prueba su perseverancia y capacidad de
superación. Sin embargo confía en ello porque disfruta de su trabajo, muy a
pesar de los cansancios producidos por los traslados y de los compromisos y sus
consecuencias, que asume como contratiempos ligados directamente a su profesión
y que consigue apalear gracias al respaldo incondicional de sus compañeros de
trayecto y del cariño y el reconocimiento que ella manifiesta hacia cada uno de
ellos, a quienes considera responsables igualitarios de sus proyectos y logros
actuales.
Su segundo álbum, probablemente,
se nos brindará en la próxima primavera española, con los objetivos
establecidos de concebir un trabajo más elaborado aún que el primero y
perfeccionado; promesas basadas en las productivas ambiciones de esta
fantástica artista manchega, una mujer de una voz que nos conquista con suaves
dejes flamencos, canciones muy sentidas, nacidas de inspiraciones cotidianas y
un trato cercano y afable; quien afirma, reiteradamente, que aún le queda mucho
por aprender y ante quien, y luego de repasar lo que ha conseguido hasta ahora
y a modo de reválida merecida, me atrevo a asegurar que somos nosotros los que
aún tenemos mucho, muchísimo que aprender de Rozalén.
http://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2014/11/15/nosotros/NOS-09.html |
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