Somos
lo que nos dictan los impulsos, más que las premeditaciones, aunque
sabemos que no nos definen completamente. Por más irracional que
parezca, el mensaje puede estar escondido en una actitud que no
entendemos.
Sólo tienes que interpretar el lenguaje y buscar la
perspectiva adecuada: muchas veces lo más conveniente proviene de una
mala idea.
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